¡Qué rico mambo! A cien años del natalicio de Pérez Prado

CIUDAD DE MÉXICO.- “Uno, dos, tres, cuatro, cin­co, seis, siete, ocho… ¡Mambo! ¡Dilo!”. Al escuchar tal conteo, la música llega a la memoria casi de inmediato para traer a los oídos al Mambo no. 8, del compositor, músico y arreglis­ta cubano Dámaso Pérez Pra­do, nacido en Matanzas, Cuba, el 11 de diciembre de 1917, hace ya cien años, y fallecido en la Ciudad de México el 14 de sep­tiembre de 1989.

En homenaje a su legado musical, en el que se inclu­yen temas como Qué rico el mambo, Mambo No. 5 y El ru­letero, así como el Mambo del politécnico y el Mambo uni­versitario, la compañía mexi­cana Conjuro Teatro, dirigida por Dana Stella Aguilar, mon­tó la obra de teatro Yo soy el rey del mambo, basada en el libro Mambo que rico e’ e’ e’, de Editorial Matanzas, escrito por Ulises Rodríguez Febles, el también libretista de esta pro­ducción teatral.

Será hoy en Matanzas, tierra natal de Pérez Prado, donde abra por primera vez el telón en una temporada de diez fun­ciones en Cuba. En 2018 llega­rá al escenario del Teatro de la Ciudad de México el 13, 14 y 15 de abril y continuará en el Teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque, atrás del Auditorio Nacional.

La obra —que incluye los mambos del compositor, sin ser necesariamente teatro mu­sical, y que será representada por actores mexicanos acom­pañados por músicos cuba­nos— inicia funciones en la Sala Teatro Papalote en Matan­zas, en el marco del Coloquio Internacional por el Centena­rio de Dámaso Pérez Prado y el mambo.

La compañía Conjuro Tea­tro visitó en 2016 la pro­vincia de Matanzas y fue cuando su iluminador y escenógrafo, el cuba­no Israel Rodríguez, se encontró con Ulises Rodríguez, el drama­turgo y también di­rector de la Casa de la Memoria Escénica en Matanzas. Entonces, platicaron acer­ca de la investiga­ción que el último real izó acerca de Dámaso Pé­rez Prado por su centenario. De tal encuentro surgió la idea de la obra de teatro.

“El libro con­tribuyó a escla­recer la fecha de nacimiento de Pérez Prado en 1917 y no en 1916. A partir de esta publicación sur­gió la obra que está concebida estruc­turalmente como un ‘mambo-drama’. Los conceptos que los mu­sicólogos nos dan sobre qué cosa es el mambo, es decir, un estofado de so­noridades, algo que no tiene principio ni fin. Está concebida de esa manera inconexa para recrear la his­toria de la vida de Pérez Prado, pero siguiendo aspectos polé­micos de su vida.

Muchos cubanos dicen que Pérez Prado no inventó el mambo, por las determina­das raíces culturales que tie­ne el surgimiento del mambo y su evolución, así que la obra aborda momentos claves de la figura de Pérez Prado a partir de esta controversia, aunque la musicología ha demostrado el carácter renovador e impor­tante que tuvo este compositor en la música cubana”, afirmó Ulises Rodríguez Febles vía telefónica desde Cuba para Excélsior.

El dramaturgo destacó que la historia aborda la relación del músico, recreado por el mexicano Gerardo Trejoluna, y dos mujeres: Patricia, interpre­tada por la mexicana Fabiana Perzabal, una periodista, quien no comprende el mambo, y María Cristina, interpretada por la colombiana Luz Marina Ar­cos, quien es la musa, rumbera y su mujer.

Yo soy el rey del mambo in­cluye una banda sonora, a par­tir de la música de Pérez Prado, que hizo el mexicano Emilia­no González de León. Él tra­bajó con los músicos cubanos, quienes tocan en vivo en el es­pectáculo con instrumentos de viento y metal.

El elenco se completa con los jóvenes originarios de Aguascalientes, Omar Godí­nez, como Benny Moré, y Julio Olivares, como el muchachi­to de la esquina, mientras que Héctor Hugo Peña recrea al trompetista y Ernesto Álvarez es el periodista.

La música dialoga con la escena, pero no es un musical en el sentido de que los actores canten. La dramaturgia es completamente tea­tral. Lo que sí necesi­tábamos para Pérez Prado era un actor completo, como lo es Gerardo, pues además de que es muy bueno a nivel interpretativo, tiene mucho oído musical, lo cual es importante a nivel cor­poral, y toca también en vivo”, destacó Dana Stella Aguilar desde Cuba.

La directora añadió su inte­rés por presentar a las nuevas generaciones esta producción y exponer la historia del músi­co tanto en Cuba como en Mé­xico, cuyos sonidos aún son cotidianos.

“¡Se sigue escuchando! Los jóvenes juegan con esta can­taleta de ‘¡yo soy! ¿quién? ¡el estudiante! Que sí, que no… el estudiante’. Eso se ha transmitido de una a otra generación.

El texto es gozoso, abre la puerta a lo musical, tiene partes intensas y un poco de comedia, es muy rico, tiene juegos y colores. El centena­rio es un pretexto para hablar de Pérez Prado, pero me pare­ce valioso y espero que lo lo­gremos, proyectar al artista y cómo alcanzó la libertad como creador. El mambo contagió eso. Quien baila o bailó mam­bo y lo que generó en la juven­tud, era esa libertad. Eso me parece hermoso: enloquecer en su creación y ser libre, para contagiar a la gente de esa li­bertad”, concluyó.

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